En el corazón de la Sierra Madre Occidental, donde las montañas se alzan hacia el cielo y los valles se hunden en la sombra, hay un lugar que se convierte en un verdadero congelador cada invierno. La Rosilla, una comunidad ubicada a más de 2 mil 700 metros sobre el nivel del mar en el …
La crisis hídrica de México: El congelador de la Rosilla desafía las previsiones con un récord histórico de congestión y estrés hidrico.

En el corazón de la Sierra Madre Occidental, donde las montañas se alzan hacia el cielo y los valles se hunden en la sombra, hay un lugar que se convierte en un verdadero congelador cada invierno. La Rosilla, una comunidad ubicada a más de 2 mil 700 metros sobre el nivel del mar en el municipio de Guanaceví, Durango, es el rey de este fenómeno natural. El pasado miércoles, el termómetro registró un recordado -4.5 °C, convirtiendo a La Rosilla en el sitio más frío del país en lo que va de la semana.
Pero no es solo una cifra numérica lo que hace que este lugar sea tan especial. La Rosilla se caracteriza por su extremo clima continental, con inviernos que pueden llegar a ser durísimos y veranos que son calurosos y secos. Es un lugar donde la naturaleza muestra su poderío sin tapujos, donde el frío y el calor se alternan de manera abrupta.
Para los lugareños, este clima es una parte integral de su vida diaria. “El invierno en La Rosilla es como un abismo”, cuenta María Elena González, una vecina de la localidad. “Es como si el frío te atrapara y no te dejara ir”. Sin embargo, esta comunidad ha aprendido a vivir con este clima y a encontrar formas de sobrevivir en él.
Uno de los secretos para sobrevivir en La Rosilla es tener una buena provisión de alimentos y bebidas calientes. “La comida es el abrigo que nos da calor”, dice Juan Carlos Hernández, un campesino local. “Y la bebida caliente, como el chocolate o el atole, es lo que nos hace sentir que estamos vivos”. También es importante tener una buena ropa de abrigo y zapatos resistentes al frío, ya que el camino a casa puede ser peligroso en invierno.
A pesar del clima duro, La Rosilla es un lugar con un gran corazón. La gente se reúne en torno al fuego para compartir historias y comida, y los niños juegan en la nieve hasta que no pueden más. “El frío puede ser duro, pero también es una oportunidad para conectarnos con la naturaleza”, dice Sofía García, una joven de la localidad. “Es como si el invierno nos diera un regalo: la oportunidad de conectarnos con nosotros mismos y con los demás”.
La Rosilla es más que solo un lugar frío; es un refugio para aquellos que buscan conectarse con la naturaleza y con sí mismos. Y aunque el termómetro pueda marcar -4.5 °C, lo que importa es el calor del corazón de esta comunidad.







