La memoria de ese día, 19 de septiembre de 1985, permanece grabada en la mente como un latido fuerte. La Ciudad de México se despertó con un sismo de 8.1 grados de magnitud que cambió el curso de la vida para más de 400 mil personas en solo dos minutos. El terremoto causó una devastadora …
El Precio del Tiempo: Tragedia en Acción Que Desata Un Mar de Solidaridad y Compasión

La memoria de ese día, 19 de septiembre de 1985, permanece grabada en la mente como un latido fuerte. La Ciudad de México se despertó con un sismo de 8.1 grados de magnitud que cambió el curso de la vida para más de 400 mil personas en solo dos minutos. El terremoto causó una devastadora escena: más de 30 mil heridos, 150 mil damnificados, 30 mil viviendas destruidas y miles de estructuras en ruinas. Sin embargo, ese momento de desolación también forjó un puente de solidaridad entre los mexicanos.
Para Luis Fernando Peña, actor que se encontraba en el apogeo de su carrera artística, el terremoto fue un golpe duro. “Me desperté con una sensación de caos y confusión”, recuerda. “La ciudad estaba rodeada por la niebla y el ruido de los escombros era ensordecedor”. Peña se unió a su familia, que corría hacia el parque de La Reforma para buscar refugio, pero no fue hasta horas después cuando se dio cuenta de la gravedad del desastre. “Era como si todo estuviera cayendo a pedazos”, describe. “La gente gritaba y lloraba, mientras que otros trataban de ayudar a sacar a los heridos de las ruinas”.
Para Antonio de la Vega, también actor y amigo de Peña, el terremoto fue un momento de claridad. “Recuerdo que estaba en mi casa, rodeado por mis familiares”, recuerda. “Cuando escuchamos el primer sismo, nos miramos entre nosotros como si fuéramos a perder la razón. Luego, cuando se sucedieron los temblores, comprendimos que era el fin del mundo”. Sin embargo, en lugar de desmoronarse, De la Vega decidió unirse a Peña y otros artistas para recopilar donaciones y brindar apoyo a las víctimas.
Ese momento de solidaridad fue crucial para la reconstrucción de la ciudad. La sociedad mexicana se dio cuenta de que, más allá de las divisiones políticas y sociales, todos eran hermanos en el dolor y la adversidad. “Fue un momento en que la gente comprendió que no importaba quién era tú o dónde vivías, lo importante era que estabas vivo”, afirma Peña. La unidad y la cooperación se convirtieron en las piedras angulares para la reconstrucción de la ciudad.
La memoria del terremoto también enseñó a los mexicanos a ser más resistentes y fuertes en momentos difíciles. “Ese día, nos dimos cuenta de que no importaba cuánto dolor o daño sufríamos, lo importante era seguir adelante”, sostiene De la Vega. La experiencia también enseñó a los artistas como Peña y De la Vega el valor de utilizar su influencia para hacer un cambio positivo en la sociedad.
A 40 años del terremoto, los actores Luis Fernando Peña y Antonio de la Vega recuerdan ese día con nostalgia y respeto. “Ese momento fue una lección valiosa sobre la importancia de la solidaridad y la unidad”, afirma Peña. La memoria del terremoto sigue siendo un recordatorio poderoso para los mexicanos, un llamado a mantener viva la llama de la solidaridad en momentos difíciles.